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La inspiración

aminante no hay camino, se hace camino al andar Sentado en el quicio de la puerta la vi venir. Hacía tiempo que le esperaba y verle me sobresaltó. La verdad , a fuer de ser sincero, es que últimamente me sobresaltan muchas cosas, demasiadas. Hasta el gorjeo de un pequeño gorrión a destiempo. Venía disfrazada de musa y caminaba por la acera con parsimonia, como la de una antiguo rito, que poetizaba el Piyayo. No me visitaba desde el pasado 29 de Enero , fecha en la que me sopló la entrada de Eolo, la última que publiqué. Mis amigos, escritores de toda la vida me habían aconsejado paciencia, La inspiración, que no era otra que la que me visitaba ahora disfrazada de musa, viene cuando quiere, me decían. Debe estar tranquilo insistían. Pero no lo estaba y verla venir me produjo una euforia justificada, al menos para mí. Me bajé del quicio, entré a casa, cogí el ordenador, busqué el procesador de textos y esperé las sugerencias de la visitante para plasmarlas en el documento de texto

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